Para salvar el clima de la Tierra, tenemos que cartografiar los océanos.
Merece la pena repetir que los científicos saben más de Marte, Venus y la cara oculta de la Luna que de las profundidades oceánicas de la Tierra. Hasta la fecha, se ha cartografiado menos del 20% del fondo oceánico, un 13% sólo en los últimos cuatro años. Pero con el apoyo adecuado, los científicos podrían cartografiarlo todo para 2030. Es una empresa esencial, pero va a requerir un esfuerzo dedicado, apoyo público y financiación gubernamental. Este proyecto sólo puede llevarse a cabo mediante la cooperación mundial.
Los beneficios serán enormes, desde la navegación hasta la modelización del clima. Una visión clara de la topografía del fondo oceánico permitiría ubicar de forma óptima los cables submarinos y las turbinas eólicas en alta mar. También mostraría dónde se puede pescar en aguas profundas con seguridad y dónde no. Con un conocimiento tridimensional del volumen del océano, los meteorólogos podrían entender mejor cómo se desplazan los tifones y los tsunamis y cómo se intensifican al cruzar el océano, llevando las mareas de tempestad a la costa, y los científicos del clima podrían medir con más precisión la circulación del calor en el océano y así construir mejores modelos del cambio climático.
El cambio climático es la razón más básica y urgente para cartografiar el océano lo antes posible. Los océanos sanos desempeñan un papel muy importante en la minimización del cambio climático, ya que capturan las emisiones de carbono. Pero esta capacidad tiene límites. El exceso de carbono acidifica las aguas oceánicas, dificultando la vida de los arrecifes de coral y los mariscos (ostras, mejillones, caracoles, almejas).
También disminuye el contenido de oxígeno del agua, perjudicando la capacidad de respiración de toda la vida marina. Las prácticas humanas que perturban los fondos marinos -principalmente la pesca de arrastre- empeoran la situación al liberar carbono del fondo marino. La explotación minera de los fondos marinos, si se permite que avance sin control, tendría un efecto similar y perturbaría aún más los ecosistemas submarinos.
El océano como indicador del cambio climático
Para medir el progreso del cambio climático y estudiar los procesos oceánicos y las actividades humanas que afectan a ese progreso, es esencial reunir una imagen detallada del mundo submarino.
Los científicos disponen de la tecnología necesaria para realizar este trabajo. Los sonares actuales son lo suficientemente sensibles como para cartografiar las características del agua del océano por encima del fondo marino, incluida la acción de las olas, los bancos de peces y los cambios en los arrecifes de coral que pueden indicar los niveles de oxígeno marino. La tecnología del sistema de información geográfica que yo y otros utilizamos puede analizar los datos procedentes de una serie de fuentes -como el sonar, los satélites, las embarcaciones sumergibles y las cámaras submarinas- para elaborar una imagen tridimensional del mundo submarino y estudiar la mejor manera de gestionarlo y protegerlo.
La iniciativa Seabed 2030, un esfuerzo sancionado por las Naciones Unidas y apoyado por la Fundación Nippon para cartografiar los fondos marinos, ha recogido datos batimétricos (de profundidad) de los gobiernos y otros propietarios de datos. Los sensores transportados a bordo de cruceros transoceánicos y buques de carga han recogido más datos. Y se han contratado robots para estudiar el fondo del océano, de forma similar a como se han utilizado los robots para cartografiar la superficie de Marte y otros planetas.
Sin embargo, para terminar el trabajo a tiempo, la iniciativa requerirá un compromiso ampliado y más financiación. Los socios del sector privado están colaborando, como Vulcan, una empresa filantrópica fundada por el difunto Paul Allen, de Microsoft, y el Schmidt Ocean Institute, creado por Wendy Schmidt y Eric Schmidt, de Google. Pero la cantidad de trabajo que hay por delante requiere el tipo de financiación que sólo los gobiernos pueden proporcionar.
¿Qué es la batimetría?
La batimetría es el estudio y la cartografía del fondo marino. Consiste en obtener mediciones de la profundidad del océano (o de un rio) y es el equivalente a la cartografía de la topografía en tierra.
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